El término “hot dogs” está estrechamente ligado a la palabra alemana “dachshund” que hacia referencia a esa tipología de perro alargado y pequeño que los emigrantes alemanes introdujeron en EEUU.
El Hot Dog como tal se considera un concepto desarrollado por los emigrantes germanos afincados en la ciudad de Nueva York. En el sur de Manhattan se documenta ya en los años 60 del siglo XIX a un emigrante alemán que vendía en su carrito salchichas y chucrut en un panecillo de leche. Y en 1871 Charles Feltman, un panadero alemán, abrió el primer establecimiento de hot dogs en el área de Coney Island. El concepto eliminaba platos cubiertos y se asoció desde un principio a un bocado rápido y sabroso.
Sin embargo, fue en Chicago con motivo de la Exposición Mundial de 1893 (celebraba el 400 aniversario del descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colon) donde definitivamente se popularizó su consumo fuera del Nueva York. Los vendedores ambulantes vendieron grandes cantidades de perritos a un público procedente de diferentes áreas de USA y que enseguida percibió el producto como una comida sencilla de comer y a un precio asequible.
El éxito de su extraordinaria difusión por todo el país se cimentó sobre esa disponibilidad de un bocado fácil de comer y tremendamente sabroso, fuese en un evento deportivo, un parque de atracciones o junto a las oficinas de la gran ciudad.
El Hot Dog ha sobrevivido así durante décadas y El Perro Salvaje lo ha rescatado para traerlo al mercado español, dándole un toque sofisticado manteniendo el sabor del auténtico perrito americano, pero con un toque nuestro y artesano.